Geografía y clima de Caravaca de la Cruz

CARAVACA Y “LAS CINCO PROVINCIAS”
El norte de la provincia de Almería, noroeste de Murcia, norte de Granada, norte de Jaén y sur de Albacete constituyen un espacio de convergencia geográfica, sobre la base del relieve, conjuntos bioclimáticos y elementos humanos tradicionales que le confieren una notable singularidad. El municipio de Caravaca se encuentra de lleno en este entorno geográfico.
RELIEVE
Síntesis Geológica
Todo el territorio forma parte de las unidades externas de las cordilleras béticas. Sobre la base plástica del Trías, grandes masas sedimentarias –dolomías, calizas, margas y areniscas, principalmente- formadas mayoritariamente en el mesozoico, desplegaron, a partir del Mioceno medio (-14 millones de años), un haz de robustos relieves, con orientación general SW-NE, salpicados por cuencas más o menos amplias, tapizadas de materiales postorogénicos tras la retirada definitiva del mar.
Los grandes relieves calizos y dolomíticos se terminaron de definir en el Plioceno (-5 millones de años) después de grandes desplazamientos tectónicos sobre amplias superficies de cabalgamiento de las unidades más meridionales –subbético- sobre las más septentrionales –Prebético-.
La naturaleza y el carácter de la orogénesis le confieren a estas serranías y altiplanos su especificidad: alternancia de robustas cordilleras con altiplanos y cuencas interiores, lo que sirvió de orientación a todo el sistema hidrológico.
El final del ciclo orogénico de este territorio no se produce hasta el cierre del estrecho Nordbético, cuyos restos están muy bien representados entre el valle de Huebras y los altos del Campo de San Juan y Benizar.

Esquema de las Béticas. (Fuente: José Antonio Díaz-Granada Natural)
Elevada altitud media
Este conjunto serrano y de altiplanos está comprendido en su mayor parte entre los 1.000 y los 2.000 m.s.n.m. No obstante, las cabeceras municipales situadas al este y norte del mismo están descolgadas unos 200-500 m. (salvo el caso de Nerpio), aprovechando la formación de los grandes valles fluviales del río Segura y sus afluentes de la margen derecha (Taibilla, Moratalla, Argos y Quípar). Es el caso de Yeste, Elche de la Sierra, Molinicos, Letur, Férez, Socovos, Moratalla, Caravaca, Cehegín, Calasparra y Bullas.
Sierras, cuencas y altiplanos
El sector occidental está dominado por los abruptos relieves de la Sierra de Segura y los altos valles del Zumeta-Río Frío, Madera, Tus y Mundo. En el corazón de la Sierra están los municipios de Nerpio y Santiago-Pontones, que constituyen las cabeceras municipales de mayor altitud.
La Sierra de Segura hace también de divisoria de aguas con el Guadalquivir, a cuya margen izquierda pertenecen los municipios serranos jienienses (Segura, Hornos, Siles, Orcera, entre otros).
La margen derecha del Alto Guadalquivir se sitúa ya en el contexto de la Sierra de Cazorla. En el entorno del río Mundo y al NW del Calar del Mundo se encuentra el resto de la serranía albacetense (Riópar, Bogarra, Paterna, Ayna, Lietor), que queda separada de la Meseta Ibérica por la Sierra de Alcaraz y relieves circundantes.
También a mayor altitud (por encima de 900 m) están algunas de las cabeceras municipales del altiplano granadino oscense (Puebla de D. Fadrique, Huéscar, Castril ) y almeriense (María y Vélez Blanco), con núcleos poblados por encima de 1.200 m. (ej.: Topares).
La espina dorsal de este territorio lo constituyen dos alineaciones. La primera, de Este a Oeste enlaza las sierras del Gavilán-Benámor, muelas y molatas del Campo de Béjar, Sierra de Villafuerte, Mojantes, Sierra Seca (Revolcadores-Obispos), Cuerda de la Gitana y Sierra de las Cabras.
La segunda, de suroeste a noreste cortando en oblicuo a la anterior, se extiende por las sierras de Castril, La Sagra, Guillimona y Sierra de Segura en sentido estricto, finalizando en los robustos calares que dan aguas a los ríos Madera, Zumeta, Tus y Mundo: La Mora, Morillas, La Misa, Espinea y singularmente Los Calares del Mundo. Aunque las líneas de cumbres son bastante uniformes (entre 1500 m. y 2100 m.)
las mayores altitudes se dan en el sur del territorio, superando los 2.000 en Sierra Seca-Revolcadores (Obispos, 2014 m.), Sierra de las Cabras (2.081 m.), Guillimona (2064 m.), La Sagra (2.381m. ), Castril (2.136 m.).

Serranía (Pajarón, entre Archivel y Campo de Béjar)
El sector de altiplanos
El sector de altiplanos ocupa el margen más meridional del conjunto. El centro del mismo resulta de la convergencia de los campos de Caravaca-Vélez Blanco-María-Puebla de Don Fadrique, prolongándose a poniente por los campos de Huéscar, Galera, Orce y Castilléjar. Se cierra por el sur con la Sierras de María y de Orce. En su seno contiene notables relieves individualizados, como la Sierra de la Zarza, el Cerro del Carro, el monte Gabar, La Muela de Montalviche o el Mahimón.

Altiplano-caravaqueño-y-serranía-(La-Sagra,-Sierra-de-las-Cabras,-Piedra-de-Moratalla-y-Revolcadores)
Este extenso país de montañas y altiplanos se prolonga hacia el SE en los relieves de las sierras del Quípar, Cambrón y Lavia, separada esta última del paquete maláguide de Sierra Espuña por un estrecho valle.
Los procesos erosivos
La geomorfología viene marcada por la naturaleza calcárea de los grandes relieves, por la alternancia de materiales litológicos, por los ciclos climáticos del cuaternario y por la propia alternancia sierras-altiplanos-cuencas.
También están presentes distintas morfologías de aplanamiento, especialmente en cuencas y altiplanos: glacis, relieves en cuesta, glacis-terraza, cuencas de denudación sobre materiales blandos.
Por otra parte, los procesos erosivo-sedimentarios resultantes de los ciclos climáticos cuaternarios de distinta onda y de los movimientos neotectónicos han dado lugar a variadas geoformas: terrazas fluviales debidas a los cambios de nivel de base asociados a variaciones glacioeustáticas del nivel marino, encostramientos –caliches- en los piedemontes por efecto de periodos de intensa evaporación, abarrancamientos sobre materiales blandos en cuencas localizadas, entre otros.
Así mismo, el trazado de la red hidrográfica también se terminó de definir en el cuaternario, una vez resueltos los conjuntos de capturas, variaciones en los cauces y otros procesos que han dejado paleocauces, depósitos lagunares y especialmente mantos aluviales que han soportado una ancestral actividad agrícola.
La abundancia de fenómenos kársticos.
Sin embargo, quizás lo más representativo de la serranía desde el punto de vista geomorfológico sean los procesos y morfologías kársticas, tanto paleoformas, como desarrollos plenamente funcionales.
Las morfologías de endocarst tienen expresiones muy notables como la cueva de los Chorros del río Mundo, pero todas las serranías están perforadas por cuevas, covachas, simas, con presencia de formaciones de precipitación carbonatada. Así mismo, son muy abundantes y funcionales los desarrollos travertínicos, asociados a aguas estancadas o a regatos de circulación lenta.
Hay que destacar en este apartado la abundancia de fuentes y manantiales, que además forman parte sustancial de los hábitats humanos ancestrales de esta región natural. También son muy notables las morfologías de “top plein”, que dan lugar a “reventones” de fuentes y manantiales en épocas de lluvias.
El más conocido y espectacular es el de los Chorros del río Mundo, aunque a menor escala estos fenómenos son comunes en toda la sierra, quedando en muchos casos reflejados en la toponimia. Otros manantiales muy conocidos y de gran trascendencia humana son el nacimiento del río Segura en Pontones o las Fuentes de Caravaca, formadas por cinco manantiales de notable caudal estable que derramaron sus aguas en una amplia vega y desde tiempos históricos fueron drenadas formando un auténtico río, que a través de diferentes mecanismos de distribución alimentó una feraz vega e industrias hidraúlicas.
Similares características tiene la fluencia de otras aguas de manantiales y arroyos, como es el caso de Letur o de las fuentes de Nerpio, las cuales alimentan al río Acedas. Otras expresiones notables de descarga cárstica son el conjunto de manantiales asociados al arroyo de las Zorreras en Yetas, el nacimiento del río Mula, la Muralla de Archivel o Las Tosquillas de Barranda.
No son despreciables las surgencias en el sector de altiplanos esteparios: manantial de Bugéjar –lamentablemente desecado por la explotación del acuífero con pozos- o el de la Capellanía. Singularmente hay afloramientos termales en Tus o en Somogil.

Reventón- Nevazo de abajo (Caravaca)
La variedad de procesos y formas relacionadas con oquedades y cuevas es notable, pudiendo destacar la Cueva de los Chorros (Riópar) o la Cueva del Agua en Poyotello (Santiago-Pontones).
En cuanto al exocarst está también ampliamente representado, especialmente en las grandes superficies aplanadas de las cumbres de los calares, topónimo muy extendido y especialmente definitorio de la serranía. Dolinas (torcas), uvalas, poljés, ponors, extensos campos de lapiaz. Aunque como queda dicho este paisaje está muy extendido, quizás cabría destacar el inmenso

Grandes calares de Marchena (Santiago-Pontones)
HIDROLOGÍA
A todo el territorio le confiere unidad la cuenca del Alto Segura, aunque las vertientes occidentales de la Sierra de Segura y de los altiplanos esteparios vierten al Guadalquivir. Los caudales de cabecera de ambos ríos se nutren de las escorrentías y las resurgencias de esta amplia serranía.
La configuración de la red hidrográfica del río Segura también tiene su origen en la orientación de esta cordillera. El Segura, propiamente, nace de la confluencia de los ríos Madera y Segura en la Huelga Utrera, formando posteriormente un valle alargado a partir de “Las Juntas” con el Zumeta, orientado de SW a NE.
Después de recibir al río Tus, el Segura se embalsa en La Fuensanta, en el término de Yeste, y más adelante en el Cenajo. El caudal del río Mundo también se regula en el embalse del Talave. En la confluencia Mundo-Segura el sistema hidrológico de ambos es plenamente artificial.
Igual sucede con el resto de los afluentes de la margen derecha, los cuales se alimentan también de este conjunto serrano (Taibilla, Moratalla, Argos, Quípar y Mula), incluso el Guadalentín tiene su origen en los altiplanos más accidentados del norte de Almería (Rambla

Río Segura en Calasparra
El CLIMA
De un territorio tan complejo no puede resultar otra realidad climática más que una yuxtaposición de microclimas determinados por la altitud, exposición, orientación de los valles y efectos orográficos sobre las advecciones de masas de aire, frentes y flujos de la circulación general de la atmósfera. La respuesta a las perturbaciones atmosféricas es a veces tan radical que en menos de 20 km de distancia podemos encontrar climas sustancialmente distintos (ej. Elche de la Sierra-Riópar)
La tradición de la climatología ha establecido unos patrones de clasificación basados en estaciones ubicadas en núcleos urbanos más o menos poblados y por esa razón, aunque la observación meteorológica ha progresado notablemente, es difícil establecer una clasificación climática espacial mediante isolíneas. Aunque efectivamente se trazan mapas a mesoescala es necesario hacer ver que son cartografías sintéticas no totalmente realistas.
Las precipitaciones están condicionadas, en una u otra parte de la serranía, por la circulación general de la atmósfera en sus desplazamiento horizontales y en sus movimientos verticales, pero como quedó dicho la respuesta es muy distinta según la disposición de valles y vertientes montañosas.
Una parte del territorio recibe precipitaciones de origen atlántico, que se refuerzan al entrar en contacto con los relieves. En general esto sucede en el sector más occidental de la Sierra de Segura y en la cuenca del río Mundo, aunque las cumbres y algunos valles más orientales con orientación favorable también reciben los flujos de poniente.
Los temporales que tienen su origen en el mediterráneo riegan toda la cordillera cuando son abundantes. Sea cual sea la procedencia de las masas húmedas es frecuente que se refuerce la formación de DANAs o BFAs al entrar en contacto las vaguadas que se definen a 500 Hpa con el haz montañoso. Es también muy notable en determinadas épocas del año la formación de desarrollos nubosos de convergencia, que dejan situaciones tormentosas que se mueven en distintas direcciones.
En relación a otros fenómenos meteorológicos debemos de resaltar la presencia de nieve, habitual por encima de los 1.000 m. de altitud, tanto en montaña como en altiplanos. En determinadas exposiciones la presencia de nieve en el suelo puede ser de semanas y meses. También cabe destacar la recurrencia de episodios torrenciales de nieve (grandes nevadas).
Teniendo en cuenta los datos disponibles, la presencia de determinados formaciones y especies, y la observación directa, podríamos hacer una aproximación a una zonación climática:

PAISAJES VEGETALES.

En función de las diferentes variables enunciadas se superponen formaciones vegetales que, en su compleja diversidad, expresan una huella geográfica bastante característica:
Predominan las masas boscosas de pinar y de encinar, que en ocasiones se yuxtaponen o se mezclan. Tres especies de pino se suceden en función de la exposición y altitud: Pino blanco o salgareño (P. nigra ssp clusiana), Pino negral (P. Pinaster) y Pino carrasco (P. halepensis).
El carrascal dominante es el de Quercus ilex, presentándose con diferente porte, agrupación y estado de conservación. Hemos de considerar que nuestros bosques actuales resultan de una larga humanización. Las talas de pinos para diferentes usos, a veces intensivas en determinados momentos históricos, o la prolongada práctica del carboneo en el encinar tienen mucho que ver con la evolución de nuestros paisajes boscosos.

Carrasca (Quercus ilex)

Roble quejigo (Quercus faginea)

Pino lorito, pino blanco (P. nigra)

Peonia (Paeonía broteroi)
También debemos considerar relevante desde el punto de vista de nuestra biodiversidad la huella relictual, por lo general en pequeñas agrupaciones, aunque también en pies aislados salpicando pinares o encinares y a veces en formaciones adehesadas.
Es el caso de la Sabina albar (Juniperus thuryfera), Quejigo (Quercus faginea), Arce (Acer monspesulanum, Acer granatense), Serbal (Sorbus domestica), entre otros. Excepcionalmente, en las exposiciones más favorables de la Sierra de Segura encontramos retazos de antiguos bosques boreales, con Acebo , Tejo, Roble albar y Avellano.
En arroyos y ríos se desarrollan sólidas formaciones higrófilas, con álamos, sauces y un poblado sotobosque.
No obstante, espacialmente, a la par de las formaciones boscosas predominan los matorrales, que pueblan los mismos biotopos que las formaciones arbóreas cuando se degradan. Así, las estepas termófilas de Tomillo (Thimus sp.), Romero (Rosmarinus officinalis), Jara (Cistus sp.) o incluso Esparto (Stipa tenacísima), combinadas con distintas espinosas (Cambrón –Ramnus lycioides-, Aliaga –Genista scorpius- , Esparraguera –asparragus acutifolius-) dominan en solanas, espacios abiertos y márgenes de tierras cultivadas.
Lentisco (Pistacia lentiscus), Sabina negra (Juniperus phoenicea), Coscoja (Quercus coccifera), Enebro (Juniperus oxycedrus) son representativas de medianías, e incluso de calares. En los hábitats propios del bosque mixto aparecen Endrino (Prunus espinosa), Escaramujo (Rosa canina), Majuelo (Crataegus monogyna), Madreselva (Lonícera sp), Gayuba (Arctostaphilos uva-ursi), Durillo (Viburnum tinus) , Escaramujo (Rosa canina), Peonía (paeonía sp), entre otros. Mientras que las cumbres se pueblan de piornales (Erinacea antyllis).
En la serranía están presentes distintos endemismos tanto de origen boreal (Narcissus nevadensis, Euphorbia nevadensis, Viola cazorlensis), como subdesértico (Caralluma mumbyana).
EL HABITAT HUMANO

Un rasgo clave para entender este territorio es la antigüedad y las múltiples vicisitudes históricas de su poblamiento. Aparecen manifestaciones culturales y restos materiales desde el Paleolítico inferior.
No obstante, el desarrollo urbano y la ocupación del espacio rural, tal y como continua reflejándose en la geografía actual, arranca de las posiciones de Castilla en el largo conflicto con el reino nazarita de Granada, que llegó a abarcar alguno de los núcleos del altiplano estepario. La mayor parte de la serranía estuvo controlada por las órdenes militares. Precisamente las fortalezas que plantaron las mismas (especialmente la orden de Santiago) son el origen de las actuales cabeceras municipales.
En la ocupación del territorio se superponen tres categorías urbano-rurales, cuya situación actual podemos definir de la siguiente manera:
Los núcleos urbanos: hasta hace apenas cincuenta años tenían una cierta uniformidad en tamaño y volumen de población (entre 5.000 y 20.000 hab). Sin embargo los núcleos más aislados entraron a partir de los años setenta del pasado siglo en un declive demográfico sin precedentes. Solo algunos de ellos (Caravaca, en especial) crecieron en población, porque fueron grandes receptores de inmigrantes de los núcleos rurales, tanto de la sierra, como del altiplano.
Las aldeas: Se extienden por todo el territorio, siendo su tamaño proporcional al de las cuencas o valles en los que se asientan. La mayor parte tienen menos de 1.000 hab.
Cortijadas y cortijos: Quizás sean la muestra más representativa del hábitat serrano. Constituían pequeñas comunidades campesinas de subsistencia formando pequeños predios en estrechos valles, en cuencas, generalmente asociados a manantiales que surtieron pequeños hortales.
También formaron hábitats dispersos en altiplanos y cuencas de mayor tamaño ajustándose a la estructura de la propiedad. Este hábitat está prácticamente desaparecido, quedando aún su huella en estado de ruina, expresión de un mundo y unas formas de vida desaparecidas.

TEXTO Y FOTOS: JESÚS LÓPEZ GARCÍA
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